Les Épaves
[Pièces Condamnées, tirées des Fleurs du Mal]
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LESBOS
FEMMES DAMNÉES
Delphine et Hippolyte
LE LÉTHÉ
À CELLE QUI EST TROP GAIE
LES BIJOUX
LES MÉTAMORPHOSES DU VAMPIRE
LESBOS
[ID 1-2024-49748 DNDA Colombia]
Madre de juegos latinos y de placeres griegos,
Lesbos, donde los besos, complacientes o lánguidos,
Cálidos como soles, frescos, como sandías,
Son el adorno de noches y días gloriosos;
Madre de juegos latinos y de placeres griegos,
Lesbos, donde los ósculos son como las cascadas
Que se lanzan sin miedo a los abismos sin fondo,
Y corren, sollozando y riéndose por los golpes,
Tormentoso y secreto, rebosante y profundo;
¡Lesbos, donde los ósculos son como las cascadas!
Lesbos, donde las Phrynés, una con otra, se atraen
En donde jamás un suspiro quedó sin eco,
Al igual que Paphos, las estrellas te contemplan,
¡Y Venus puede, -con razón-, envidiar a Sapho!
Lesbos, donde las Phrynés, una con otra, se atraen,
Lesbos, tierra las de noches lánguidas e impetuosas,
¡Que hacen de sus espejos, estéril placidez!
Nenas de ojos vacuos, de sus cuerpos fascinadas,
Miman los frutos maduros de su desnudez;
Lesbos, tierra de las noches lánguidas e impetuosas,
Dejemos al viejo Platón, fruncir el ojo austero;
Obtienes tu perdón con el exceso de besos,
Reina del dulce imperio, tierra indulgente y noble,
Y de la distinción, siguen siendo duraderos.
Dejemos al viejo Platón, fruncir el ojo austero;
Del martirio sempiterno arrebatas tu perdón,
Pleno infligido, a los corazones ambiciosos,
Que la resplandeciente sonrisa nos atraiga
¡Vagamente vislumbrada al borde de otros cielos!
¡Del martirio sempiterno arrebatas tu perdón!
¿Quién de los dioses decidirá, Lesbos, ser tu juez?
Y condenarte la tez lívida, por tus frutos,
Sus balanzas de oro no pesaron el diluvio
¿De lágrimas que, en el mar, has vertido en arroyos?
¿Quién de los dioses decidirá, Lesbos, ser tu juez?
¿Qué quieren de nos, las leyes de lo justo y lo injusto?
Vírgenes de corazón sublime, honor del archipiélago,
Vuestra religión como cualquier otra, es augusta,
¡Y el amor se burlará del cielo y del infierno!
¿Qué quieren de nos, las leyes de lo justo y lo injusto?
Porque Lesbos, -de entre todos-, me designó en la Tierra
Para cantar el secreto en flor de sus vestales,
Fui admitido desde la infancia al misterio negro
Risas frenéticas mezcladas con llantos lúgubres;
Porque Lesbos, -de entre todos-, me designó en la Tierra.
Y desde entonces vigilo la cumbre de Leucate,
Como un centinela con ojo agudo y seguro,
Que vela incesante por bote, buque o fragata,
Cuyas figuras aisladas tiemblan en el índigo;
Y desde entonces vigilo la cumbre de Leucate,
Para saber si la mar es indulgente y benévola,
Y entre los sollozos, que resuenan con el risco
Una tarde retornarás a Lesbos, que absuelve,
El cadáver amado de Sapho, que zarpó
¡Para saber si la mar es indulgente y benévola!
De la Sapho masculina, la amante y la poeta,
¡Más bella que Venus, —por su rubor—, desolada!
—El ojo azul es vencido por el jaspeado
Areola tenebrosa, —por penas—, trazada.
¡De la Sapho masculina, la amante y la poeta!
—Más bella que Venus levantándose sobre el mundo.
Y vertiendo tesoros de su serenidad
Y aquel resplandor de su dorada juventud
Sobre el viejo Océano de su divinidad;
¡Más bella que Venus levantándose sobre el mundo!
—De Sapho que desencarnó el día de su blasfemia,
Cuando, insultando el rito y el culto sin novedad,
Ella hizo de su hermoso cuerpo el prado supremo.
De un hombre brutal cuyo honor juzga la impiedad
De Sapho que desencarnó el día de su blasfemia.
Y es desde ese momento que Lesbos se lamenta,
Y, a pesar de las honras que le da el universo,
Se embriaga en las noches con el grito del tormento
¡Que sus riveras desiertas crezcan hacia el cielo!
¡Y es desde ese momento que Lesbos se lamenta!
[© Rebrote baudeleriano.
Por Samael Magnum. Versión traducida al español.
Bogotá DC-Colombia, 2023]
EL LETEO
[ID 10-1197-224 DNDA Colombia]
Ven a mí corazón, alma sorda y envilecida,
Tigresa adorada, monstruo de aires indolentes.
Quiero sumergir mis dedos trémulos, perennes;
En aquel espesor de tu cabellera henchida.
En tus faldillas humedecidas de tu efluvio,
Pretendo enterrar mi cabeza apesadumbrada,
Y respirar [solemne], como una flor marchita,
El inefable bálsamo de mi amor difunto.
¡Quiero dormitar! ¡Dormitar en vez de existir!
En un sueño tan delicioso como la muerte,
Mis besos sin remordimientos, esparciré
Sobre tu hermoso cuerpo, como el cobre al pulir.
Para engullir mis estremecimientos sedados
Nada se compara al precipicio de tu cama;
Pues, el poderoso olvido reside en tu boca,
Y el Leteo, que se derrama en tus besuqueos.
A mi destino, ahora mi voluptuosidad,
Obedeceré como cualquier predestinado;
Un mártir obediente, inocente condenado,
Cuya devoción enardezca toda maldad.
Te chuparé, para ahogar mi resentimiento,
El néctar de la bienaventurada cicuta
En hechiceros pliegues de esa aguda garganta
Que, en la vida, con su corazón ha aprisionado.
[© Rebrote baudeleriano.
Por Samael Magnum. Versión traducida al español.
Bogotá DC-Colombia, 2023]